Agencia

Agencia , propiedad o capacidad de los actores para hacer que las cosas sucedan.

El concepto de agencia es fundamental para la teoría política. Las actividades políticas son realizadas por agentes, cuya agencia es inherente a su poder de producir efectos. En política, la agencia está generalmente reservada para los actores humanos y, lo que es más controvertido, a veces se atribuye solo a categorías particulares de personas. Aunque la agencia humana y la agencia política a menudo se equiparan, algunos teóricos las tratan como distintas. Niccolò Machiavelli y Max Weber, por ejemplo, sostuvieron que los gobernantes eficaces requieren capacidades especiales en el arte del arte de gobernar.

Aunque el término agencia se usa principalmente de manera sencilla, sus presuposiciones son ampliamente cuestionadas. Quién cuenta como un agente, qué tipos de habilidades se consideran necesarias para la agencia (y si tales habilidades están, por ejemplo, sesgadas en términos de género o etnia) y cuán efectivos son los agentes para determinar los resultados políticos siguen siendo fuentes de desacuerdo.

Enfoques teóricos de la agencia

El enfoque teórico más común de la agencia es el que considera a los agentes como individuos y a la política como un ámbito constituido por agentes individuales. Su agencia se atribuye a ciertas características, entre las cuales la racionalidad suele ser preeminente. En los enfoques de elección racional, los agentes son percibidos como tomadores de decisiones con la capacidad racional de tomar decisiones estratégicas. Desde esa perspectiva, todos los ciudadanos pueden ser considerados agentes políticos (por ejemplo, votantes), aunque a menudo es más interesante considerar actores de élite, cuyas decisiones tienen más peso.

Otros enfoques, en particular los inspirados por la filosofía de Immanuel Kant, se centran en la agencia moral que implica ser responsable de los actos de uno y ser capaz de asumir responsabilidades y deberes, así como de tener derechos. El ejercicio de la agencia moral requiere autonomía, libertad y capacidades lógicas o reflexivas para guiar la toma de decisiones normativas.

En ocasiones, las organizaciones son tratadas como agentes racionales, y en el campo de las relaciones internacionales es común que los estados sean tratados como agentes que toman decisiones sobre sus intereses nacionales. No obstante, la mayoría de los exponentes de enfoques individualistas sostendrían que los tomadores de decisiones individuales dentro de las organizaciones o estados son las fuentes últimas de agencia.

Criticas

A pesar de su prevalencia, estos enfoques bastante formales de la agencia han suscitado importantes objeciones críticas, entre las cuales tres son especialmente destacadas. En primer lugar, la agencia puede reconocerse como un fenómeno histórico y particularmente moderno, lo que sugiere que, en consecuencia, se puede perder o ganar. Los pensadores desde Alexis de Tocqueville y John Stuart Mill se han preocupado por la disminución de la capacidad de agencia en las democracias modernas. Una vez que se considera a los individuos empíricos que operan dentro de condiciones políticas concretas, además, se hace evidente que no todos disfrutan de capacidades de agencia iguales o idénticas. En la historia del pensamiento político, muchas categorías de seres humanos, en particular niños, mujeres, trabajadores, delincuentes y miembros de determinadas razas, etnias,o grupos religiosos— han sido considerados deficientes en tales habilidades y, por lo tanto, naturalmente pasivos o dependientes y con razón excluidos del ejercicio del poder político.

Sin embargo, desde el siglo XVIII, la agencia se ha considerado principalmente un producto de la educación, la socialización y la experiencia adecuada, un punto de vista que ha provocado demandas para una mayor disponibilidad de tales bienes y oportunidades como una vía para realizar concepciones más inclusivas de ciudadanía. En consecuencia, los medios para adquirir la agencia y el derecho a ejercerla se han convertido en cuestiones políticas importantes por derecho propio.

En segundo lugar, algunos críticos cuestionan la suposición de que la agencia política es inherente principalmente a los individuos. Los marxistas, por ejemplo, sostienen que la agencia individual es un ideal específicamente burgués y está limitada por estructuras sociales y que la agencia histórica es ejercida por clases sociales, entre las cuales la clase trabajadora es la más importante. Los opositores de la visión marxista, sin embargo, afirman que se basa en una concepción teleológica dudosa de la historia y que su suposición de la agencia de clase no tiene sentido porque las clases se movilizan solo a través de los individuos que las constituyen.

En tercer lugar, las preguntas sobre la agencia a menudo se encuentran teóricamente en el contexto del debate estructura-agencia. Los defensores de los enfoques estructuralistas de la política y la sociedad argumentan que la historia no la hacen los individuos (o las clases que exhiben agencia) sino que es una consecuencia de requisitos estructurales. Los individuos asumen roles preexistentes y principalmente reproducen estructuras que ni eligen ni cuestionan. Además, sus intenciones, sean las que sean, tienen consecuencias imprevistas una vez que sus actos se encuentran con otros actos, lo que da como resultado un resultado en gran parte anónimo. No obstante, las estructuras resultantes pueden exhibir una lógica subyacente o una dirección propia.

El peligro en el enfoque estructuralista es que las estructuras mismas pueden parecer mostrar agencia en la medida en que hacen que las prácticas individuales sean congruentes con sus imperativos sistémicos. Los pensadores críticos del estructuralismo han argumentado que la relación entre agentes y estructuras no es unilateral, sino recíproca, y que cada uno constituye y circunscribe al otro, incluso si su separación puede ser necesaria para fines analíticos.

Por último, es importante distinguir entre las capacidades de agencia y las oportunidades para ejercerlas, porque los regímenes políticos cerrados pueden dar poco margen de acción a los agentes.