Lecciones del siglo XX

El siglo XX fue una época de gran triunfo y gran tragedia. Extraigo esperanza e inspiración de los innumerables avances que han tenido lugar durante los últimos cien años, pero también reconozco que será necesario un cambio fundamental en los valores para garantizar que el nuevo milenio sea una época de paz, justicia y igualdad.

Ciertamente, hay mucho que celebrar en la historia de los últimos cien años. Hemos visto la derrota del fascismo y el colapso del comunismo. Hemos visto el triunfo de la democracia en América Latina, Europa del Este, Sudáfrica y muchas otras partes del mundo.

Hemos visto cómo la gente del mundo en desarrollo se independizó de las potencias coloniales y comenzó a moldear su propio destino. También hemos visto el desarrollo de organizaciones internacionales que buscan promover la paz y definir y defender los derechos humanos universales.

Además, nuestro conocimiento científico y tecnológico se ha incrementado exponencialmente. Los últimos cien años han sido testigos del desarrollo de la computadora, el automóvil y el avión. El progreso ha sido rápido. Menos de 70 años después de que los hermanos Wright tomaran los cielos, el hombre puso un pie en la Luna.

Además, los medicamentos y los procedimientos médicos que salvan vidas han ayudado a las personas a vivir vidas más largas y saludables. Se han erradicado enfermedades mortales como la viruela y otras como la poliomielitis casi han desaparecido. Solo desde 1950, la esperanza de vida ha aumentado de 46 a 66 años. También se han logrado grandes avances contra el analfabetismo y la pobreza. En resumen, el siglo ha sido una época de muchos avances inspiradores.

Sin embargo, con demasiada frecuencia también ha sido una época de crueldad, privaciones y miseria. Millones murieron durante dos guerras mundiales e innumerables conflictos menores. Millones más murieron como resultado de campañas genocidas dirigidas por dictadores brutales como Adolf Hitler, Joseph Stalin, Pol Pot y Saddam Hussein. Se han desatado armas terribles, en formas nucleares, químicas y biológicas, tanto en el campo de batalla como contra civiles inocentes.

Incluso en tiempos en los que las armas de la guerra han estado en silencio, este siglo ha sido testigo de mucho sufrimiento e injusticia. Hoy en día, más de 1.300 millones de personas viven con un ingreso de menos de un dólar por día y casi la misma cantidad carece de acceso a agua potable. Unos 840 millones de personas están desnutridas y casi mil millones son analfabetas.

El rápido crecimiento de la población ha agudizado aún más el desafío de la reducción de la pobreza. Desde 1900, la población mundial se ha cuadriplicado a seis mil millones y los recursos son escasos y están distribuidos de manera desigual. Al mismo tiempo, la degradación del medio ambiente amenaza la salud y la seguridad de todos en la tierra.

Para afrontar estas dificultades en el nuevo milenio, habrá que producir un cambio de valores. Las tragedias del siglo pasado han tenido lugar cuando la gente ha permitido que la codicia y el cinismo prevalezcan sobre la compasión y la preocupación. Se debe vencer la apatía y la indiferencia, y debemos construir un sentido colectivo de propósito y compromiso.

Un cambio en los valores solo será posible si los líderes valientes le dicen a su gente lo que necesitan saber en lugar de lo que quieren escuchar. Nuestros líderes no deben evitar los complicados problemas de nuestros días. En cambio, deben dejar en claro que la acción es esencial para el bienestar de las generaciones futuras y deben brindar a las personas la esperanza de que se produzcan cambios positivos. Esta esperanza permitirá a la gente unirse en movimientos que cambiarán el mundo.